jueves, julio 16, 2009

Papeles inesperados, Julio Cortázar

Alfaguara, Madrid, 2009. 488 pp. 21.50 €

Fernando Sánchez Calvo

Por fin y de nuevo nuevos papeles que unir a las obras siempre incompletas de Julio Cortázar. El que fuera el autor más europeo del famoso Boom hispanoamericano recibe otro homenaje llevado a cabo una vez más por la editorial Alfaguara. Con prólogo de Carles Álvarez Garriga y edición del mismo junto a Aurora Bernárdez, esposa y albacea del genio que nació, según sus propias palabras, gracias al turismo y a la diplomacia, la presente edición se divide en tres bloques: “Prosas”, “Entrevistas ante el espejo” y “Poemas”. Como podrá intuir el lector, el primero de los bloques es el más extenso, el segundo el más revelador y el tercero el menos conocido. Los tres conforman un todo que desfila desde versiones de cuentos ya publicados hasta autoentrevistas, pasando por versos, fragmentos descartados, prólogos, reseñas y otras miniaturas literarias frecuentadas por este ciudadano del mundo. Obviamente (no supone ninguna sorpresa) Cortázar-narrador eclipsa a Cortázar-poeta, pero no sucede lo mismo con Cortázar-articulista, en cuyas manifestaciones podemos apreciar variopintas disquisiciones sobre el panorama político, social y literario contemporáneo al autor.
Acertadamente, y dada la imagen que un escritor suele proyectar sobre sus fieles, el libro se abre con las prosas, o lo que es lo mismo: los cronopios, las extravagancias de Lucas, antecedentes del microcuento, relatos que nunca aparecieron en clásicos como Final de Juego, Bestiario o Las armas secretas y hasta un capítulo expurgado del Libro de Manuel. Además, y como preludio de la segunda parte, la aparición de personalidades como Fidel Castro, Jorge Luis Borges, García Márquez o Carlos Fuentes tejen la faceta crítica de Cortázar. El artículo redactado como fruto de la famosa entrevista otorgada en su día a la revista norteamericana Life es, quizás, el mejor ejemplo de la labor ensayística del autor en la presente edición; en él la necesidad de universalización de la literatura hispanoamericana frente al rancio localismo, la defensa del hombre por encima de todas las cosas (incluso del arte) y la eterna lucha entre marxismo y capitalismo (cuya victoria, muy a su pesar, está anticipada en dichas líneas) estructuran las principales líneas de pensamiento. Tras las cuatro autoentrevistas, la edición se cierra con algunos poemas de corte amoroso y surrealista donde unas veces el verso libre y el compromiso político nos acercan a autores como el recién fallecido Mario Benedetti y en otras la experimentación lúdica recuerda a Nicanor Parra y a otros grandes de la poesía visual hispanoamericana.
Libro por lo tanto para fieles, no para iniciados. Digo esto no por sibaritismo, sino por posibles peligros. Peligro porque para adentrarse en los “despojos” de un autor antes hay que revisar los clásicos del mismo. Peligro porque, incluso siendo un experto en el tema, se puede caer en el error de adoptar una imagen inadecuada viciada por nuevas lecturas. Peligro porque, aunque es obvio que el presente volumen no recoge lo mejor de Julio Cortázar, también es obvio que el que tuvo retuvo, incluso en sus papeles póstumos. En autores de este calibre, hasta los desechos encontrados en cualquier viejo cajón piden, por lo menos, ser queridos por alguien. Franz Kafka dijo en su día que estaba más agradecido por los manuscritos que le habían devuelto que por aquellos que le habían publicado. Los fieles, sin embargo, que no atendemos ni a razones ni a purgas, somos como Borges: estamos orgullosos de lo que hemos leído, y nos cuesta imaginar que nuestros genios escribiesen algo malo, nos cuesta entender por qué se ocultaron estos papeles. Si estuvieron escondidos, es porque esperaban ser descubiertos.

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