miércoles, octubre 27, 2010

Asesinato en el Savoy, Maj Sjöwall y Per Wahlöö

Trad. Martin Lexell y Manuel Abella. RBA, Barcelona, 2010. 267 pp. 17,95 €

Julián Díez

Mientras imitadores, secundarios e impostores pueblan las librerías con misterios suecos de tercera fila —dicho esto con todo el respeto por autores de calidad como Henning Mankell—, la reedición de las magistrales obras de los padres de este peculiar subgénero está pasando relativamente inadvertida. Tal vez porque son obras bastante fuera de modas, pese a estar en el remoto origen de una de ellas. Son novelas relativamente breves para lo que se lleva hoy, sus personajes son tan reales en defectos y virtudes que no generan demasiada simpatía, y su ideología nada encubierta es de un decidido izquierdismo que en estos tiempos de corrección política meliflua y reaccionarismo campante como única respuesta no se lleva nada, pero que nada.
Asesinato en el Savoy es la sexta de esta serie de diez joyas publicadas por la pareja entre 1965 y 1975, con el declarado propósito de recrear, de manera subyacente a las tramas particulares de cada novela, el crimen perpetrado por la socialdemocracia sueca contra su pueblo, dándole la espalda para actuar en realidad en beneficio de los intereses de la aristocracia tradicional y la emergente alta burguesía capitalista.
Un tanto familiar, ¿no? Y hay quien dice que estas novelas están algo obsoletas.
En el caso concreto de Asesinato en el Savoy, la intencionalidad política también es bastante clara en su argumento propio. Viktor Palmgren, un hombre de negocios de Malmö, es asesinado en su hotel mientras pronuncia un discurso por un hombre que simplemente se acerca a él y le pega un tiro. En su investigación, el equipo dirigido como es habitual por el taciturno Martin Beck se encargará de desentrañar quién de los innumerables sospechosos perjudicados por Palmgren ha decidido tomarse la justicia por su cuenta. En vista de que, como bien sabemos, hay ciertas agresiones contra los demás que resultan socialmente disculpables y generadoras de riqueza, y consiguen eludir el convertirse en delitos.
Aunque generalmente se identifica a Beck como el denominador común de esta serie, uno de sus puntos fuertes es precisamente la galería de personajes que construyeron Sjöwall y Wahlöö, dando una fiel imagen del trabajo policial como una tarea colectiva, metódica y casi siempre anodina, lejos de los rasgos de genialidad habituales en los protagonistas del género. El brutal pero eficaz y humano Larsson, el bon vivant frustrado Kollberg y el pasado de rosca Mansson son quienes acompañan esta vez a Beck en su investigación, en la que una vez más florecen las carencias de una sociedad que paulatinamente envilecida, aunque sus defectos parezcan ínfimos al lado de lo que vivimos hoy.
Quienes hayan eludido la moda nórdica, perdiéndose a buenos autores como Mankell o Arnaldur Indridasson, y quienes hayan sufrido la decepción que les hayan producido algunos otros cacareados superventas, deben darle una oportunidad a estos padres del cotarro. Concisos, contundentes, auténticos, comprensiblemente inspiradores.

2 comentarios:

César dijo...

Buenas:
Es la primera vez que entro en su blog, y me parece completísimo.
Les enlazo desde el mío, para no perderme sus actualizaciones.
En cuanto a estos autores, estoy planteándome ponerme con ellos, pues he oído grandes críticas de sus libros,que parecen los precursores de la nueva novela nórdica
Saludos

molinos dijo...

Muy buena crítica..yo voy por el tercero de estos autores y siempre digo lo mismo..antes del protagonista de Larsson estuvo Wallander...y antes de Wallander..Martin Beck...y desde luego Mankelly Sjöwall y Wahloöö le dan un millón de vueltas a Larsson.

Un saludo